Día de los Difuntos
Cada 2 de noviembre se
celebra el Día de los Difuntos. Por convicción religiosa, o por tradición,
aunque no sepamos explicarla, en esa fecha los uruguayos solemos concurrir a
los Cementerios a llevar flores a nuestros seres queridos.
Aldo Roque Difilippo
Cada 2 de noviembre se
celebra el Día de los Difuntos. Tanto sea por convicción religiosa, o por
tradición, aunque no sepamos explicarla, en esa fecha los uruguayos solemos
concurrir a los Cementerios a llevar flores a nuestros seres queridos.
En la década de los
años 40, 50 del Siglo pasado, y quizá un
poco más, el Cementerio solía convocar a una importante cantidad de la
población cada 2 de noviembre, por lo
menos en Mercedes. Las personas se ataviaban para la ocasión y llevaba flores
a sus difuntos mientras la Banda Municipal interpretaba algunas melodías. Una
suerte de paseo dominguero y mientras
los músicos actuaban, la multitud se agolpaba en torno a ellos. Una oportunidad
que seguramente los muchachos aprovechaban para aproximarse a alguna dama, al
igual que en las retretas domingueras en las plazas o en la rambla. Una
costumbre muy difundida ya que la música
era utilizada como un vehículo de comunicación y sociabilización. “En esa época
el batllismo era sinónimo de pueblo y la música siempre fue el vehículo más
rápido y efectivo para llegar a las masas”
(“Alfredo Magliaca, educador musical del Pueblo, Lilia Armas Castro,
Mercedes, 2005).
Cristianos y paganos
La muerte en una
sociedad nostálgica como la rioplatense, conformada mayoritariamente por inmigrantes que
añoraban su patria y los afectos que
allí dejaron, ha tenido y sigue teniendo un carácter de solemnidad, a
diferencia de otras culturas como la
caribeña o de otras latitudes donde el
sepultar a un ser querido es casi una fiesta (por lo menos para nuestra forma
de ver y concebir ese trance).
El poeta Octavio Paz
esboza una explicación: “La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre
de su indiferencia ante la vida”.
Para la Iglesia
Católica Romana (cultura dominante por estas latitudes y con gran
preponderancia en las primeras décadas del Siglo XX) cada 2 de noviembre se celebra el
día de los difuntos. “La celebración se basa en la doctrina de que las
almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados
veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden
alcanzar la Visión Beatífica, y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos
y por el sacrificio de la misa. [...] Ciertas creencias populares relacionadas
con el Día de los Difuntos son de origen pagano y de antigüedad inmemorial. Así
sucede que los campesinos de muchos países católicos creen que en la noche de
los Difuntos los muertos vuelven a las casas donde antes habían vivido y
participan de la comida de los vivientes” (de The Encyclopedia Britannica, edición de 1910). Y ese pensamiento atravesó y continúa en gran
medida atravesando toda nuestra cultura occidental y cristiana.
Con su característica
ironía don Francisco de Quevedo y Villegas
expresó: “Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte
siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere”.
En el otro extremo con su pausado razonamiento criollo Atahualpa
Yupanqui también dijo: “No le tengo miedo a la muerte, a lo que sí le tengo
respeto es al trance, el ir hacia allá. Confieso que tengo curiosidad por saber
de qué se trata”.
Sea como fuere, cada 2
de noviembre recordamos el Día de los Difuntos, más allá de que es una
costumbre que en las últimas décadas viene cayendo en desuso; aunque algunos de
estos rituales ante la muerte continúan vigentes.
www.agesor.com.uy
No hay comentarios:
Publicar un comentario