Sobreviviente de la ESMA identifica a Luján
Alcides Sosa Valdéz entre los detenidos
*Poco se sabía de su destino.
Ahora confirman que estuvo detenido en el centro de reclusión más grande de
Latinoamérica, la nefasta Escuela de Mecánica de la Armada.
MERCEDES
ALDO DIFILIPPO
Luján Alcides Sosa Valdéz estuvo
detenido en la nefasta Escuela de
Mecánica de la Armada
(ESMA) en Argentina. La novedad quedó al descubierto al exhibirse en Mercedes
una muestra fotográfica de registros de
ese centro clandestino de detención en la pasada dictadura militar argentina.
Hasta el momento poco se sabía de su paradero. Salvo que fue
detenido en 1977 y que algunos testimonios de otros detenidos lo ubicaron en el
centro de detención clandestino
Automotores Orletti y en la base
operativa del grupo OT 18 en las proximidades de Chiclana y Pomar en la capital
Argentina.
Las fotos
Víctor Melchor Basterra estuvo
secuestrado más de cuatro años, desde mediados de 1979 hasta el final del
régimen militar. Como todos fue duramente torturado, y por su profesión en el
gremio gráfico fue obligado por los militares a falsificar documentación
(pasaportes, cédulas, permisos de armas) para oficiales y gente allegada a la Armada. En diálogo con
Centenario relató que un día comenzó a hacer una copia extra de esas fotos y
documentos que le pedían y los fue escondiendo en una caja de papel
fotosensible. Había descubierto que, cada vez que requisaban el lugar, no abrían
esas cajas por temor a velar e inutilizar el papel fotográfico, por lo que se
decidió a cumplir el mandato de sus compañeros de cautiverio: “que no se la
lleven de arriba”.
Cuando comenzó a tener permisos
de salida, a pesar de que era revisado por los guardias, un día decidió sacar
una foto escondida entre los testículos y el pene. Luego se animó a ir sacando
varias pegadas en las costillas o en las piernas con cinta adhesiva. Cuando
llegaba a la casa las escondía en un hueco en una pared, y se lo comentó a una
compañera que ya había sido liberada por si en algún momento era
"trasladado".
En el Juicio a las Juntas
Militares brindó el testimonio más contundente y largo del juicio. Duró 5 horas
40 minutos y brindó todo el material fotográfico y documentación que pudo ir
sacando de la ESMA. En
Agosto de 1984 presentó una querella criminal contra los oficiales que lo
mantuvieron privado de su libertad.
Es él
Entre el material fotográfico
rescatado por Basterra aparece una foto
con una escueta leyenda “Sosa, detenido desaparecido”. Esa foto al ser exhibida en Mercedes saltó a
la vista pues se trataba de Luján
Alcides Sosa Valdéz, uno de los sorianenses que aún hoy se desconoce su
paradero.
Lo revelador de este hallazgo es
que Sosa Valdéz fue detenido en 1977. Hasta el momento se sabía que había
estado detenido en el centro clandestino
que funcionó como base operativa del grupo OT 18, luego del cierre del centro clandestino de detención Automotores Orletti. De ahí en
adelante su rastro se diluyó, hasta
ahora al difundirse esta fotografía rescatada del archivo de la ESMA , donde aparece Sosa Valdéz, en un registro que
podría corresponder a dos años después de su detención.
Ahora una compañera de pensión de
Luján Alcides Sosa Valdéz, confirmó la
veracidad de la fotografía donde no quedan dudas que se trata de él.
Ayer martes su familia en Rodó
fue comunicada de esta novedad, algo que
servirá para emprender otra búsqueda
intentando dar con el destino de este sorianense.
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Su destino
Luján Alcides Sosa Valdéz nació
el 24 de octubre de 1957 en paraje Corralito, cerca de Rodó.
Hijo de Enrique Alcides Sosa
(agricultor) y Ramona Valdéz. Luego de
cursar estudios primarios y secundarios se trasladó a Argentina,
trabajando en la imprenta Edmar que
estaba ubicada en Donado y Manuela Pedreza (Buenos Aires). Allí trabajaba como
maquinista Offset. Un par de veces al año visitaba a su familia. El 23 de abril
de 1977
fue detenido entre las 21 y las 22 horas, en la calle, siendo llevado a la
pensión donde vivía, en Marcelo T. De Alvear 1417. Allí llegaron cinco personas
que se identificaron ante la dueña de la pensión como policías, mostrándole una
placa. Le dijeron que iban a retirar las pertenencias de Sosa porque no lo iba
a ver más, registrando la habitación. Afuera permanecían dos vehículos en
marcha. Se presume que podría haberse vinculado a los Montoneros en Argentina,
y que colaboraba siendo correo de dicha organización hacia Uruguay.
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Mercedaria recuerda al joven
rodoense como a alguien al
que le gustaba la música
Lilyam Ohaco, mercedaria que por esos años vivía
en Buenos Aires lo recuerda como un joven que le gustaba la música. En diálogo
con Centenario Ohaco comentó que antes de vivir en la pensión Luján Alcides
Sosa vivió en una casona junto “a un montón de uruguayos” que se habían ido a
trabajar a la Argentina. Dos
de ese grupo trabajaban en un comercio cuyo dueño les prestaba esa casona.
Primero en el Barrio 11 y después en
Coghlan. “Él ya trabajaba en una imprenta”. Agregando “le gustaba
muchísimo la música. Algunos fines de semana nos juntábamos y unos
tocaban el bandoneón, otros la guitarra; hacíamos unas tertulias fabulosas. Él
tocaba algo la guitarra. Después le perdí el rastro”. Ohaco desconfía de la
versión oficial que lo menciona a Luján
Alcides Sosa como un correo de los Montoneros. “Es más, no sé hasta dónde el tenía algún involucramiento político o de
algún otro estilo”. Ya que cuando llegó a Buenos Aires “tenía 18 años. Fue
un poco a cargo de un primo, porque
imaginate en aquellos años un chiquilín joven que fuera a Buenos Aires era toda una historia”.
Además “se viajaba muy poco por aquellos
tiempos”. Tiempo después de su detención un familiar de Luján Alcides Sosa lo vio subir a un tren, acompañado de dos
individuos de particular. “Esta señora venía en el tren, se abre la puerta del
vagón y aparece él con dos personas más. Lo vio más flaco, de barba”. Pero lo reconoció por sus ojos
azules. “Èl le clavó los ojos y ella lo
vio pero no se dijeron una sola palabra. Nosotros suponemos que lo sacaban para
ver si reconocía a alguien.
Cuando una persona desaparece y uno lo ve lo
primero que hace es hacer algún gesto
de sorpresa, o decir algo. Pero fue solo el cruce de miradas y nada más. Después de eso nunca más”,
concluyó Lilyam Ohaco.
PERIODICO CENTENARIO, 3/OCTUBRE/2012
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