“Por fin hay una sentencia” después de tantos años”
Ya que “desde 1985 estamos denunciando a todos estos torturadores”.
Su
testimonio resume lo que vivieron
mucho de los detenidos por las fuerzas represivas en esos
días.
En horas de la madrugada, aproximadamente a las
03:00, mientras el matrimonio González Zaffaroni se encontraba durmiendo,
arriban al apartamento soldados uniformados y oficiales vestidos de civil.
Zaffaroni les abre la puerta ante los insistentes golpes y éstos se dirigen al
dormitorio donde se encontraba Luis Eduardo González: “(…) Yo estaba embarazada
de cuatro meses. A mi marido lo pusieron contra la pared.
Me dijeron que me vistiera y que me abrigara.
Después nos llevaron juntos. Además, nos llevaron el colchón y todo lo demás.
Fuimos en autos separados: a mí me llevaron en una camioneta del Ejército y a
él en un auto particular. Fuimos a un cuartel que después me enteré que era el
6º de Caballería. (…)”
“(…) Allí [Se refiere al Regimiento de Caballería
Nº 6] nos metieron en unos vagones de tren, donde había otras personas que
estaban sentadas. Yo iba vendada, sin capucha, con un pañuelo.
Inmediatamente después de llegar nos separaron y a
mi marido lo llevaron a otro lado. El cuartel tenía un patio en el cual
estábamos de plantón. Al día siguiente, de tardecita -no puedo precisar bien la
hora en el momento en que paso para el
baño, veo a mi marido que estaba tirado en el piso, quien al verme me llamó.
Esa fue la primera vez que lo vi.
En otra ocasión me llevaron a verlo durante los
interrogatorios. A mi marido le decían que me estaban pegando y muchas cosas
más que eran mentiras, con el fin de que hablara. Yo sentía que hacían eso para
presionarlo. Le decían que iban a matarme; que si él quería que nuestro hijo
naciera sin problemas, tenía que hablar, que si no lo hacía era porque no
quería a su hijo ni tampoco a mí. Todos los interrogatorios eran de ese tenor.
Esa fue la segunda vez que nos vimos. La tercera ocasión en que lo vi en el
cuartel fue cuando me llevaron al vagón donde lo interrogaban. Allí me sacan la
venda y vi que estaba sentado y tenía convulsiones. (...).”
“La última vez que lo vi fue el 24 de diciembre de
1974 cuando nos hicieron un careo en el que a él le proponen mi libertad a
cambio de su colaboración. Si bien estábamos vendados -con el paso del tiempo
uno se acostumbra a esta situación y mira por debajo de las vendas- nos tomamos
de las manos y estuvimos sentados uno frente al otro, rodeados de un montón de
gente. Él estaba muy mal físicamente y tenía dificultades para respirar;
además, sus pies estaban hinchados y su ropa desgarrada. Era imposible que
pudiera fugarse en esas condiciones. Estaba lúcido y racionalmente bien, pero
físicamente estaba muy mal. Nos dieron 24 horas para pensar y él debía decidir
si iba a colaborar o no. Habíamos convenido que nos pusieran juntos a efectos
de que ambos tomáramos la resolución. Sin embargo, nunca más me llevaron a
verlo. (...) No lo vimos más. Lo tuvieron siempre aparte. Siempre lo vi en los
interrogatorios. Al día siguiente, 25 de diciembre, una compañera J.L., que
estaba detenida, lo vio cuando lo estaban torturando en el caballete. (...) Ese
fue el último día que lo vieron, o sea, el 25 de diciembre de 1974. Reitero que
el día que nos detuvieron fue el 13 de diciembre de 1974. (...) Una respuesta
que siempre nos daban, tanto a mí como a mi consuegra, cuando nos recibían los
secretarios de los generales -porque nunca nos recibían los altos jerarcas-, es
que nos quedáramos tranquilas. Nos decían: “Morir no murió, porque nosotros
entregamos los cadáveres. Cuando nos ha pasado algo, por algún descuido, los
entregamos”. Ellos aceptaban y
reconocían que entregaban los cadáveres, y si no lo
habían hecho, suponían que era porque no estaba muerto, que se habían fugado”.
(1)
Luis Eduardo González González, había nacido en
Fray Bentos, era obrero en una fábrica de plásticos y estudiante de medicina.
Al momento de su detención tenía 22
años y
actualmente es uno de los detenidos desaparecidos cuyos restos no han
podido ser ubicados.
Sensaciones
ambivalentes
Tras
conocerse la sentencia que
determinó el procesamiento de 6
militares implicados en estos hechos,
@gesor dialogó con Elena
Zaffaroni. “Siempre son
ambivalentes las sensaciones”,
comentó. “Pero por fin hay una sentencia” después de tantos años. Recordando que “desde
1985 estamos denunciando a todos estos torturadores”. Una causa que
“sigue, porque por ejemplo está
el Teniente Chavarría que presentó un recurso de prescripción y que la
Suprema Corte no lo liberó, y también extraditaron a un médico Carlos Suzak que en
el año 1974 por lo menos nos hizo
revisación médica a todos, y hay
quienes lo denuncian de haber estado presentes en el momento de la
tortura”.
Más adelante Zaffaroni agregó
“aspiramos también a poder tener
información de qué paso, y cuándo mataron al
que era mi compañero en medio de
todas estas denuncias”.
Faltan
archivos
"Desde que existe la Fiscalía especializada en
Derechos Humanos, el haber podido
centralizar todos los casos, que toda
esa información esté ahí es importante”, resaltó. “Porque como
le pasó a Mirtha Ghianze, a Mariana Motta, al juez Luis Charles, que si
bien tuvimos algunas sentencias valiosísimas, hacían todo ese trabajo teniendo
que atender otras materias, otros casos,
que les tocaban por estar de turno”. Remarcando “desde que existe esta Fiscalía, el equipo es muy trabajador, muy comprometido
muy serio, en recabar información, archivos; todo lo que conocemos se va
volcando ahí. Todo eso requiere un
manejo y un estudio cuantioso de cada caso. La Fiscalía está trabajando, pero
los archivos no los entregan. Los archivos de la operativa, existen pero no los
entregan”.
(1) Testimonio de Elena Zaffaroni ante la Comisión
Investigadora Parlamentaria sobre situación
de personas desaparecidas y hechos que la
motivaron. Secretaría de Derechos Humanos
para el Pasado Reciente (ex Secretaría de
Seguimiento de la Comisión para la Paz).
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