domingo, 2 de julio de 2023

 

“Hay caminos  abiertos y un gran compromiso de la justicia”  para dilucidar el atentado de los vinos envenados de 1978

 

Fue un atentado que conmovió al país, en el final de la dictadura, en una casusa que aún hoy, 45 años después, judicialmente continúa abierta.



 

 

El  pasado fin de semana estuvo  en Mercedes para presentar su libro “El ataque final”, una   novela en la que  desteje la trama detrás de la muerte de  Cecilia Heber y el episodio de los vinos envenenados, en el epílogo de la dictadura.  Ruperto  Long  ha escrito  varios libros , pero éste es el primero sobre la historia reciente del país, y  sobre un período del cual se ha escrito poco, como lo es los últimos años de la dictadura, en donde estuvo la resistencia de  militantes anónimos de todos los partidos políticos. Los nacionalistas particularmente  con la esperanza de su caudillo, Wilson Ferreira Aldunate. “No teníamos armas,  y no nos interesaba tenerlas” reflexiona Long   en la primera parte de esta novela. “No creíamos en la  fuerza. Nunca recuperaríamos la democracia  mediante la  violencia. Nuestra única fuerza eran las ansias de libertad de la gente, la necesidad de expresarse, la rebeldía frente a quienes  nos daban clase todo el tiempo sobre cómo debíamos  pensar  y qué debíamos hacer. Eso siempre y cuando tuviéramos la inteligencia y el coraje para poder encarnar esa lucha. En definitiva, que   estuviéramos a la altura de los tiempos.

No sabíamos si éramos capaces de lograrlo. Como me dijo una vez doña Dominga, una ciudadana  ya mayor a la que fui a llevar material de propaganda contra la dictadura a su humilde casita de Palo Solo, en Soriano –interrumpiendo mi encendida arenga sobre los próceres partidarios,  que ya había tenido que soportar mil veces-: Está bien todo lo que decís, muchacho. Pero mirá que  Leandro Gómez  y Aparicio Saravia ya cumplieron… Ahora los que tenemos que cumplir somos nosotros”.

En diálogo con  @gesor  Ruperto Long  reflexionó sobre  esos años, el papel del Partido Nacional en mantener  el  recuerdo y el reconocimiento por sus mártires  y el episodio de los vinos envenenados. (*)


Usted generacionalmente fue testigo del episodio de los vinos envenenados. ¿Por  qué este episodio nunca llegó a aclararse?

-“Como todos esos hechos, el haberlos investigado a fondo, de inmediato, hubiera sido lo ideal. Es así que la causa está abierta, y hace  45 años .  Hoy día si  bien siguen apareciendo indicios  y hay personas que están trabajando en eso el pasaje del tiempo, evidentemente  dificulta enormemente las cosas. Pero la otra razón,  y es mi convicción personal,  pero también de las personas que han estudiado  a fondo el tema es que fue hecho por profesionales. Un atentado muy sofisticado, con una metodología terrible, siniestra, que nunca  se había usado en el país, un método medieval: el envenenamiento.

Eso lo hace quien sabe cómo moverse en ese mundo”…

 

Se conjeturó incluso que  había sido una interna  dentro del Partido Nacional.

-“Fue una locura terrible de ese momento”.

 

¿Por qué el Partido Nacional  ha olvidado prácticamente este tema?

-“No, lo ha recordado siempre, lo que pasa es que”…

 

Pero al Partido Nacional le ha costado reconocer a  el Toba Gutiérrez Ruiz como un mártir de la democracia.

-“No, para nada. El toba fue siempre un héroe  para nosotros. Y a Matilde la veneramos, ha sido siempre un símbolo de la resistencia de ese tiempo.  Y no sólo al Toba, a quienes lo secundaban, quienes eran sus amigos, los otros uruguayos que habían ido con él  a Buenos Aires. Wilson que  forma parte del mismo atentado, nada más que por circunstancias casuales no lo logran agarrar en un par de intentos en esos días. Luego hay una Operación Teseo que se monta contra él en  Londres, que también fracasa.

Son nuestros héroes. En la casa del Partido  muchas veces han ondeado las banderas con la imagen de Gutiérrez Ruiz, la imagen de Cecilia, que son dos íconos, más allá de muchos otros. Cientos de personas del Partido Nacional que fueron presas, y muchas sometidas a  malos tratos”.

 

Pero dirigentes del nacionalismo no se los ve, por ejemplo los 20 de mayo  en la marcha por los desaparecidos.

-“Bueno. Siempre se hace un homenaje en el Cementerio del Buceo , en la cual  yo mismo he estado en varias ocasiones , un homenaje,todos los 20 de mayo que es básicamente a  Gutiérrez Ruiz, pero también se recuerda a Michelini, a Rosario Barredo  y  William  Whitelaw que eran dos renunciantes, dos  personas que habían estado con los Tupamaros pero  que habían renunciado a las armas, eso hay que recordarlo también, que  fue una actitud muy digna, decir no, esto fue una locura  y dejamos ese camino de lado.  Y eso se recuerda  todos los 20 de mayo en el Cementerio del Buceo, entre muchos otros homenajes que se le  han hecho a ellos.  Y también muchos homenajes conjunto a Gutiérrez Ruiz  y Michelini a lo largo del tiempo. Cada uno opta por la forma que le parece más adecuada de homenajear  a estas personas.  Pero no todos tienen que coincidir en el mismo evento. Pero que han sido de permanente recordación no hay ninguna duda”.

 

¿En el episodio del vino envenenado  se llegará alguna vez a saber la verdad? ¿Hay caminos abiertos como para poder conocerla?

-“Hay caminos  abiertos y un gran compromiso de la justicia, del juzgado de lesa humanidad que lo tiene, del Fiscal, de la Jueza. Yo he hablado últimamente con ellos. Hay un gran compromiso y una gran voluntad;  45 años después  no es tan fácil,  pero de  todas maneras tengamos esa expectativa que puede llegar a  darse”.

 

 

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(*)El 6 de setiembre de 1978 Cecilia Fontana, madre del hoy senador Luis Alberto Heber, murió envenenada al beber vino de una de tres botellas que días antes habían sido anónimamente enviadas a su esposo Mario Heber, a Carlos Julio Pereyra y a Luis Alberto Lacalle, miembros del Directorio blanco.

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