A 40 años de
la detención de Eduardo Víctor Boga
* La dictadura golpeó a Centenario mientras varios
cardonenses festejaron pues cerraban “ese nido de comunistas”.
Cardona
Aldo Difilippo
En julio de 1973 un operativo policial irrumpió en las
puertas de Centenario.
Militares armados a guerra ingresaron a la redacción para llevarse
detenido a Eduardo Víctor Boga. El detonante fue un volante impreso por Centenario, a pedido de
trabajadores de Juan Lacaze que se habían plegado a la Huelga general decretada
por la CNT en rechazo al golpe de Estado. Juan José Viacava, por entonces
periodista eventual de Centenario,
recuerda los hechos. “Ese panfleto se imprimió acá, a pedido de Norberto
Costabel, que conocía a Boga de la OPI” (Organización de la Prensa del
Interior). Parecía “una jugada maestra
|
Eduardo Víctor Boga |
”, pero “era infantil”, comentó Viacava,
“porque en seguida empezaron a buscar la punta del hilo. Detuvieron a uno, lo
apretaron y dieron con quién lo imprimía. Aunque el autor ideológico no haya
sido Boga sino el de Juan Lacaze” lo que las Fuerzas Armadas pretendían era
hacer “un ejercicio de poder”.
Viacava relató que “15 o 20 soldados” irrumpieron en el
periódico haciendo “un teatro espectacular. Fusil en mano copan la
imprenta. Unos quedan apostados en la puerta y otros entran de improviso.
Tal es así que los muchachos que estaban consustanciados en sus tareas se
sorprenden al ver un milico de verde, de botas, armado a guerra
apuntándoles”. Agregando “estaba haciendo una nota sobre un tema
agropecuario. De repente un fusil acá (señalándose la nuca). Nos sacan,
nos alinean y nos dicen “miren que nosotros sabemos quiénes son todos ustedes”,
en una acción sicológica, como diciéndonos no se hagan los locos. No dijeron
nada que se lo iban a llevar al “Negro” Boga. Creo que él pidió para ir hasta
la casa a buscar un mono, una frazada y una muda de ropa. Todo eso en una
acción muy rápida”. Al frente del operativo “estaba un gordo con una
pinta de asqueroso terrible. Se lo llevaron al “Negro” y se marcharon”,
aunque recién lo esposaron y encapucharon cuando estuvo dentro del camión. En
la vereda de enfrente al periódico comenzaron a congregarse los curiosos,
“y la reacción fue se funde Centenario.
En el 71 el “Negro” Boga y yo ya éramos frenteamplistas, y la opinión de la
comunidad era que éramos todos comunistas. Así que algunos estaban contentos,
algunos aplaudieron también. En Centenario había un administrador, Mario Dávila.
Él vivía con los padres en la Escuela 93. Allí eran caseros. La Directora
de la Escuela 93 llama a los padres y le dice “si su hijo está un día más en
ese nido de comunistas, van todos para afuera”. Ese muchacho llega a la casa y los
padres lo ponen contra la pared, “tenés que renunciar ya”. Al otro día el tipo
dice “no trabajo más porque me van a llevar preso”, y renuncia. Bueno, queda
descabezada la Dirección y la Administración de Centenario, y esa fue mi
oportunidad histórica porque yo no estaba en los planes. Estaba como
contratado, me pagaban por nota. El 1 de agosto de 1973 comencé a trabajar como
administrador. Este cargo que ahora tiene una significación, comparado
con aquello era muy primitivo. Administrador por decir administrador. Aquí no
había jerarquía. Era una imprenta de muy escasos recursos. Tal es así que nos
quedamos sin plata para imprimir y salimos con un diario de
emergencia, un diario bien chiquito. Mandábamos a buscar a Montevideo de
a una resma. No teníamos absolutamente nada, con unos sueldos espantosos,
pero era lo que había y había que prenderse a eso. En el 71 no
había absolutamente nada”. Viacava agregó más adelante que fue el propio
Boga que avisó a su familia dónde estaba detenido, y que posteriormente
pudieron enterarse “de poca cosa” de lo que ocurría dentro del Cuartel de
Mercedes. “Que había más gente detenida, pero la interna no tanto, porque él
tenía un trato de privilegio en ese sentido. Iba a la cocina, a veces le hacía
trabajos de administración a los milicos. La oficialidad sabía que no estaban
frente a un delincuente, o un terrorista. Lo que los tipos le tenían miedo era
a la ideología. Sabían que Boga era un tipo de bien”.
“Esto no es joda, estos locos van a dar palo”
Por esos días las ediciones de Centenario salían con
una frase en la parte superior. De Artigas, Lincoln, citas de la
Constitución. ¿De quién fue la decisión de incluir esa suerte de protesta?
Viacava: -Esa fue mía, y abonada por el Esc. Aníbal
Tubino que era un allegado, un hombre de izquierda que colaboró conmigo en el
mantenimiento del diario hasta la restitución del “Negro”.
¿Ustedes pudieron determinar, o tuvieron alguna
presunción de quién lo “vendió” a Boga?
-Yo no hablaría de “vender” así…
Pero alguien pasó el dato de que ese volante
fue impreso acá.
-No creo que haya sido de acá adentro. En ese momento
creo que trabajaba Balao (Raúl Darío). Siempre se tuvo una fuerte sospecha de
que él había batido de que el volante se había hecho acá. A Balao sus antecedentes
no lo ayudaban mucho porque había sido miembro de la JUP (Juventud Unida de a
Pié); pero yo entiendo el momento histórico. Cuando las
sociedades se mimetizan con dos proyectos ideológicos
distintos, uno de izquierda y otro de derecha, todos pasamos a ser parte de ese
desvarío, por llamarlo de alguna manera, y todos somos culpables, todos somos
soplones, desde el punto de vista que se mire. Yo no creo que haya
una intención confesa de hacer algo, sino que la situación te arrastraba a eso.
Por eso no cortaría ninguna cabeza porque entiendo el momento.
Capaz que un tipo “soplando” algo creía que le hacía un bien a la Patria,
porque en su mente funcionaba aquello de que todos los demás son enemigos.
Porque se hizo un trabajo muy fino en la sociedad, donde la izquierda era
la que atentaba contra las instituciones, contra la democracia. La dictadura se
plantó muy bien desde el punto de vista estratégico, porque instaló el
principio de que todos somos malos hasta que demostremos que somos
buenos.
Boga estuvo preso 99 días. Durante ese tiempo Centenario
siguió con la misma postura de publicar las frases de Artigas y dentro de
lo que se podía siguió informando. Durante esos días ustedes recibieron
presiones para cambiar la actitud?
-Las frases los molestaban, pero más le molestaban
las fotos tipo cachadas que publicábamos. Esa comunicación vino a través de
Boga. El comandante lo llamó y le dijo: “me para ésto inmediatamente porque
sino le cierro la imprenta”. ¡Nos descogotaba! Esa fue la primera toma de
conciencia que la cosa venía en serio y que teníamos que salvar el periódico.
Cuando sale Boga se hace más carne todavía, porque nos dice, esto no es joda,
estos locos van a dar palo, que tampoco nos imaginábamos las torturas y la dimensión
de eso.
“No te comprometas pibe”
Luis Larrea trabaja en Centenario desde el 8 de diciembre de 1959. El 26
de julio de 1973 cumplía 26 años cuando lo sorprendió la irrupción de un grupo
de militares en la imprenta del periódico. “Justo estaba de encargado por si
entraba alguna persona porque el otro muchacho, Mario Dávila Rondán, salió a
hacer un mandado. Me dijo “Zorro” cualquier cosa atendé. Yo estaba
cortando papel. Veo tres jeep que paran y digo voy a esperar que llamen”. Pero
no le dieron tiempo. “Entraron armados, corriendo y me apuntaron. Me dicen,
“documentos”. Levanté las manos y le dije, “documento de qué si todos me
conocen. Bueno pasá para allá que esto se cierra, me dijeron”. A los
trabajadores de la imprenta los militares los reunieron en el medio del taller.
“Uno sacó una lista y empezó a nombrar, hasta con el sobrenombre. Dijeron que
tenían la madeja pero no tenían la punta. A Mario Dávila, que era el
Administrador en aquel momento, lo subieron como dos o tres veces al jeep para
llevarlo. Al primero que llevaron al fondo a interrogar fue a Nelson Ebert” que
era el jefe de la imprenta. “Después lo sacaron a César Molina, y a Boga lo
estaban interrogando allá adelante. De repente entró uno y dijo cantó. Entonces
agarraron y lo llevaron a Boca solo”. Larrea, “el Zorro” como todos lo conocen
agregó que el volante que se imprimió en Centenario, era uno más de los
trabajos extras “porque era buena plata” y “era una época brava”
económicamente. “A Dávila lo subieron al jeep, no se si para asustarlo o
para llevarlo, y le decían no te comprometas pibe, nosotros sabemos a qué
fracción política pertenecés vos y Larrea. Los dos íbamos al Club Colonia”, y
los dos eran colorados. Agregando “desde que empecé a votar, por 5 elecciones
voté a los colorados. Yo votaba por tradición. A mí si no me hubieran dado
trabajo en la imprenta me moría de hambre”.
En la vereda de enfrente a Centenario “se llenó de
gente. Banchero decía, si hubiera cobrado entrada me hago millonario. La
intención de ellos era cerrar todo. Decían apaguen todo, que esto se cierra.
Después de noche los de la JUP (Juventud Uruguaya de a Pie) pasaron en
caravana gritando para acá”.
Un tal Barloco
“Era un montón la gente que entraba aquí”, por eso el
dato tuvo que haberlo pasado “algún conocido” agregó Larrea. “Esos trabajos se
hacían de noche. Era un trabajo común, los hacía César Molina y yo al otro día
los terminaba. Pero yo sigo manteniendo que fue una vendida. Acá entraba mucha
gente. Sabían hasta el auto negro de alquiler en que llevaban los paquetes al
hotel Elizondo, y que iban dirigidos a un tal Barloco”.
Periódico Centenario, 3/Julio/2013