miércoles, 18 de octubre de 2017

La visita anual de Cárceles y los implicados en el caso Delivery


“Piense. No la queremos ver más por acá”, le dijo el Ministro de la Suprema Corte a una de las reclusas liberadas.


Aldo Roque Difilippo

La visita anual de Cárceles realizada en Mercedes, tuvo su connotación para Cardona ya que tres de los implicados en el sonado caso Delivery pasaron frente a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia.
Como se recordará el 14 de octubre del 2016 Cardona y Florencio Sánchez amanecieron conmocionadas al irrumpir un importante dispositivo policial, conformado por 35 policías, que desbarató una organización dedicada a la negociación de estupefacientes.
Según pudo establecerse después, se pensaba aprovechar la realización del Rendez Vous para comercializar droga. La policía allanó varias casas en Cardona y Florencio Sánchez, incautó 700 gramos de cocaína pura (que en el mercado podrían llegar a representar alrededor de $ 500.000), deteniendo a 15 personas de las cuales 8 resultaron procesadas. En la visita anual realizada por los Ministros Ricardo Pérez Manrique y Eduardo Turell realizada el pasado jueves, 3 de ellos desfilaron con sus abogados frente a los magistrados. Dos hombres y una mujer.
Los abogados expusieron las razones por las cuales entendían debían ser liberados cada uno de ellos, aduciendo el buen comportamiento durante su reclusión, su colaboración con la autoridad, e incluso que tenían posibilidades de reinsertarse laboralmente. En el caso de los  hombres el Dr. Ricardo Pérez Manrique fue tajante al afirmar “mantenemos la decisión”.
Es decir que permanecieran en la Cárcel. En el caso de la mujer Pérez Manrique comunicó que se le otorgaba la libertad por gracia, con la medida sustitutiva de presentarse cada 15 días en la seccional policial más cercana a su domicilio por el período de 6 meses. La mujer, una muchacha delgada y de cabello crespo, no se esperaba esa decisión, y quizá por eso se limitó a agradecer en voz baja y pasar frente a la mesa donde una funcionaria judicial realizó el papeleo para que dejara ese mismo día la Cárcel. Dialogó algo con los otros reclusos que esperaban su turno, y se  fue a buscar sus cosas, apenas un par de bolsas de nailon transparente con ropa que, parecían pesadas, pero eran pocas cosas. Estuvo presa casi 7 meses, y en su mano apretó una esquela en la que sobresalía su nombre en marcador negro, la Cédula de Identidad, y mil pesos; el único dinero que tenía. Llevaba puesto un pantalón vaquero, gastado, y un buzo rojo que le adelgazaba aún más la figura. Pidió tiraje y sin un gesto, ni mirar atrás traspasó el portón de la Cárcel.


Los más de 5 kilómetros que separan la Cárcel de la Terminal de ómnibus de Mercedes los hizo casi con la misma expresión de nada, y contestó escuetamente y sin emoción algunas preguntas de quien se había ofrecido para llevarla. Dijo que hacía dos años que estuvo trabajando en “Nueve Reinas”, que era de Montevideo, del barrio La Teja, y que allí regresaría para reencontrarse con su hijo de 8 años que estaba con la abuela (su madre). Al llegar a Montevideo debería tomar un ómnibus que la llevara al barrio La Teja, por lo que los mil pesos seguramente le servirían más que justo para los pasajes. A esa altura eran las 12 horas. El próximo ómnibus a Montevideo partía a las 13,30. No sé si llevaba algo de comida en las dos bolsas transparentes. Por lo menos a la vista eran sólo dos bultos con ropa. El ómnibus llegaría a Montevideo cerca de las 18 horas, por lo que seguramente a la casa de su madre en La Teja habrá llegado al caer la tarde de ese jueves. Seis horas antes, cuando se dispuso su libertad por gracia, el Dr. Pérez Manrique casi como un tío viejo y severo le recomendó: “Piense. No la queremos ver más por acá”.


Publicado  el 6  de  mayo  en  Periódico Centenario
(*)  Este  artículo  recibió  una  mención  especial  en los Premios  OPI  2017.

  

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