La visita anual de
Cárceles y los implicados en el caso Delivery
“Piense. No la
queremos ver más por acá”, le dijo el Ministro de la Suprema Corte a una de las
reclusas liberadas.
Aldo
Roque Difilippo
La
visita anual de Cárceles realizada en Mercedes, tuvo su connotación para
Cardona ya que tres de los implicados en el sonado caso Delivery pasaron frente
a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia.
Como
se recordará el 14 de octubre del 2016 Cardona y Florencio Sánchez amanecieron conmocionadas
al irrumpir un importante dispositivo policial, conformado por 35 policías, que
desbarató una organización dedicada a la negociación de estupefacientes.
Según
pudo establecerse después, se pensaba aprovechar la realización del Rendez Vous
para comercializar droga. La policía allanó varias casas en Cardona y Florencio
Sánchez, incautó 700 gramos de cocaína pura (que en el mercado podrían llegar a
representar alrededor de $ 500.000), deteniendo a 15 personas de las cuales 8
resultaron procesadas. En la visita anual realizada por los Ministros Ricardo Pérez
Manrique y Eduardo Turell realizada el pasado jueves, 3 de ellos desfilaron con
sus abogados frente a los magistrados. Dos hombres y una mujer.
Los
abogados expusieron las razones por las cuales entendían debían ser liberados
cada uno de ellos, aduciendo el buen comportamiento durante su reclusión, su
colaboración con la autoridad, e incluso que tenían posibilidades de
reinsertarse laboralmente. En el caso de los
hombres el Dr. Ricardo Pérez Manrique fue tajante al afirmar “mantenemos
la decisión”.
Es
decir que permanecieran en la Cárcel. En el caso de la mujer Pérez Manrique
comunicó que se le otorgaba la libertad por gracia, con la medida sustitutiva
de presentarse cada 15 días en la seccional policial más cercana a su domicilio
por el período de 6 meses. La mujer, una muchacha delgada y de cabello crespo,
no se esperaba esa decisión, y quizá por eso se limitó a agradecer en voz baja y
pasar frente a la mesa donde una funcionaria judicial realizó el papeleo para
que dejara ese mismo día la Cárcel. Dialogó algo con los otros reclusos que
esperaban su turno, y se fue a buscar
sus cosas, apenas un par de bolsas de nailon transparente con ropa que,
parecían pesadas, pero eran pocas cosas. Estuvo presa casi 7 meses, y en su
mano apretó una esquela en la que sobresalía su nombre en marcador negro, la
Cédula de Identidad, y mil pesos; el único dinero que tenía. Llevaba puesto un pantalón
vaquero, gastado, y un buzo rojo que le adelgazaba aún más la figura. Pidió
tiraje y sin un gesto, ni mirar atrás traspasó el portón de la Cárcel.
Los
más de 5 kilómetros que separan la Cárcel de la Terminal de ómnibus de Mercedes
los hizo casi con la misma expresión de nada, y contestó escuetamente y sin
emoción algunas preguntas de quien se había ofrecido para llevarla. Dijo que hacía
dos años que estuvo trabajando en “Nueve Reinas”, que era de Montevideo, del
barrio La Teja, y que allí regresaría para reencontrarse con su hijo de 8 años
que estaba con la abuela (su madre). Al llegar a Montevideo debería tomar un ómnibus
que la llevara al barrio La Teja, por lo que los mil pesos seguramente le
servirían más que justo para los pasajes. A esa altura eran las 12 horas. El
próximo ómnibus a Montevideo partía a las 13,30. No sé si llevaba algo de
comida en las dos bolsas transparentes. Por lo menos a la vista eran sólo dos
bultos con ropa. El ómnibus llegaría a Montevideo cerca de las 18 horas, por lo
que seguramente a la casa de su madre en La Teja habrá llegado al caer la tarde
de ese jueves. Seis horas antes, cuando se dispuso su libertad por gracia, el
Dr. Pérez Manrique casi como un tío viejo y severo le recomendó: “Piense. No la
queremos ver más por acá”.
Publicado el 6 de mayo en Periódico Centenario
(*) Este artículo recibió una mención especial en los Premios OPI 2017.
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