Uruguay SUB 200: objetivos cumplidos y «expectativas superadas»
El 2 de octubre en la Universidad de la República (Udelar) se realizó una conferencia de prensa acerca de los resultados preliminares de la campaña a bordo del buque de investigación Falkor (too), expedición que finalizó el 19 de setiembre.
La actividad contó con la presencia del rector de la Udelar, Héctor Cancela; los coordinadores del equipo científico, Alvar Carranza y Leticia Burone; y los integrantes del equipo científico Fabrizio Scarabino y Rodrigo Torres, de la Udelar, y Claudia Piccini, del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable. El cantautor Alejandro Balbis, que participó en la travesía, cerró el encuentro con su canción «Llanura abismal», inspirada en esta experiencia.
El rector destacó que aunque la campaña a bordo del Buque de Investigación Falkor (too) cerró, el trabajo realizado aportará insumos para numerosas actividades más. Agregó que no sólo nos deleitamos con las imágenes obtenidas durante la expedición sino que se cumplieron objetivos científicos que abren una perspectiva de trabajo futuro, con una visión de cooperación y trabajo conjunto con distintas entidades nacionales. «Esto es otra muestra de que la Universidad sigue cumpliendo con el país» y de que cuando la institución se propone un proyecto, -en este caso, como fruto de una evaluación internacional que permitió que investigadores universitarios pudieran hacer uso del buque-, «lo realiza con seriedad», añadió.
Carranza, por su parte, presentó análisis que resumen el trabajo realizado, incluyendo «algunos números que marcan la magnitud de los frutos del crucero, algunas observaciones interesantes y aspectos destacados de la exploración». Recordó que en la expedición el equipo científico se organizó en cuatro grupos de trabajo: el Grupo 1 fue el responsable de las muestras macrobiológicas; el Grupo 2 se encargó de las muestras de los sedimentos, rocas y fondo marino; el Grupo 3 de las muestras de columnas de agua; y el Grupo 4 fue responsable de los datos digitales (imágenes y video, registros de los sensores del buque e instrumentos de a bordo).1900 millas náuticas y 64 km de viaje submarino
El investigador destacó que esta campaña «tanto en lo aprendido como en lo vivido superó las expectativas de todos a bordo y probablemente de los que acompañaron la investigación desde desde tierra a través del streaming». Se logró recorrer todo el sistema de cañones del margen continental y visitar la llanura abisal del mar territorial uruguayo, que se encuentra a más de 4000 metros de profundidad, observó. «Intentamos 28 inmersiones del submarino operado remotamente (ROV SuBastian) con el que cuenta la embarcación y 22 de ellas fueron efectivas», es decir, llegaron al fondo oceánico y cada descenso se extendió por horas, a veces 12 o más, explicó; en otros casos, aunque las inmersiones se interrumpieron por problemas técnicos, permitieron «echar un vistazo, por lo menos al ambiente, por lo que las considero muy informativas».
La expedición obtuvo más de 16.000 registros de organismos y ambientales, de un total de 112.000 capturas de información instantánea. Desde el ROV SuBastian, que recorrió el fondo marino por unos 64 km- se tomaron más de 200 horas de video 4K de alta definición, las que junto con otros registros reúnen 22 TB de información que ahora se encuentra resguardada por la Udelar. Carranza explicó que el Falkor (too) recorrió unas 1900 millas náuticas y esto permitió mapear nuestro fondo marino en alta resolución, enriqueciendo la cartografía existente de nuestras aguas.
Burone, por su parte, recordó que en esta expedición participó un equipo interdisciplinario de 37 personas, la mayoría uruguayas, y también de Argentina, Brasil, Chile, Francia y de Alemania. Comentó que «fue una experiencia maravillosa» y, aunque comenzaron «un poco asustados» por el contacto con tecnologías de punta en el estudio de los mares, fue un mes muy intenso en el que «respondimos como equipo científico». «Si bien a veces uno no tiene la tecnología necesaria, sí sabemos que tenemos las capacidades, los recursos humanos los tenemos y quedó claro en esta campaña que teníamos el conocimiento teórico necesario para afrontar la situación y lo conseguimos», expresó.
La investigadora se refirió al mapeo mencionado por Carranza: durante la travesía la información detectada por las sondas acústicas presentes en el barco era procesada rápidamente y, de acuerdo con la morfología del fondo marino, se definían puntos a explorar. Fueron de interés los lugares donde se detectaron escapes de gas, ya que «eso genera un ambiente con especies quimiosintéticas que buscábamos estudiar», señaló.
Ciclos de vida en luz y en oscuridad
También destacó la importancia de las muestras tomadas del suelo marino, «que ofrecen información riquísima que nos va a ayudar a interpretar el ambiente». En adelante, resta desarrollar análisis e investigaciones con base en las 3000 submuestras de sedimento obtenidas durante esta campaña, agregó. Burone comentó que a 4000 metros de profundidad se hallaron rocas sedimentarias muy interesantes que podrían ser de origen biogénico.
Piccini explicó cómo se desarrolló el trabajo relacionado con el muestreo de agua. Durante la campaña se tomaron más de 1250 litros y una buena parte, fue filtrada y analizada en condiciones especiales en el Falkor (too) con el objetivo de estudiar la presencia de microplásticos, contó. Por eso las y los investigadores dedicados a esta temática estuvieron «encerrados casi todo el viaje» en un laboratorio especial con agua libre de contaminantes, superficies carentes de plástico y sin ventanas, lo que fue «verdaderamente un gran sacrificio».
Otra parte del agua extraída fue analizada por el grupo de Piccini para estudiar la diversidad de bacterias que viven en mar, «para esto lo que hacíamos era muestrear desde la superficie hasta el fondo», señaló. Hay diferencias entre las zonas donde llega la luz -en las que viven todos los organismos que hacen fotosíntesis- y el fondo del mar, donde hay oscuridad. Por eso el trabajo realizado apunta a vincular los procesos que ocurren en ambas zonas y cómo se conectan, explicó.
En cuanto a la información audiovisual obtenida en esta campaña, comentó que será empleada para analizar la presencia y la distribución de basura plástica y de la variada fauna encontrada en el fondo marino.
Nuevas especies, ambientes y comportamientos
Scarabino expresó que la campaña realizada «también fue un homenaje a muchas generaciones anteriores de gente que trabajó a nivel de biología marina en Uruguay». Detalló aspectos del trabajo con el área macrobiológica, que abarca a los organismos visibles: se recogieron más de 1000 muestras pero muchas se van subdividiendo, ya que reúnen a un conjunto de especies e individuos. Además, «hubo un registro general de ecosistemas, ambientes y hábitos de las especies totalmente inédito».
«Poder sacar fotos en el ambiente de muchas especies comunes, que ya teníamos identificadas, ya es un logro magnífico y el mapear y el encontrar estos ecosistemas de arrecifes de coral, de jardines de coral es magnífico», indicó. Agregó que «son docenas las especies nuevas para la ciencia y cientos de especies no reportadas para el Uruguay fueron colectadas sobre todo a través del ROV SuBastian».
Explicó que se hallaron docenas de especies de tipo blando, algunos formadores de ambientes súper interesantes donde viven variedad de otras especies. «Nos llamó muchísimo la atención el tema de los colores» y en este aspecto hay mucho por estudiar, señaló. También destacó el hallazgo de siboglinidos -grandes gusanos que no tienen tubo digestivo y que existen gracias a la simbiosis con las bacterias quimiosintéticas-, así como de varias especies nuevas asociadas a estos, como moluscos. «Hubo cosas lindas a nivel personal y profesional para todos los integrantes a bordo y fuera», destacó Scarabino.
En tanto, Torres explicó detalles del trabajo que condujo al hallazgo de la embarcación hundida ROU Uruguay. Esto implicó estudiar el contexto histórico del barco y lo ocurrido en el día de su hundimiento, proceso en el que su equipo contactó con personas que fueron testigos del hecho o que habían estado a bordo del buque. «Teníamos algunas coordenadas para empezar la búsqueda pero se trataba de un naufragio que nunca había sido ubicado», señaló.
La búsqueda del naufragio demandó el uso de ecosondas y el estudio de las corrientes en ese momento, así como también de las que pudo haber en el momento del hundimiento, explicó. Tanto para Uruguay como para toda Latinoamérica «esta es la primera vez que se estudia desde el punto de vista arqueológico y multidisciplinario una embarcación a estas profundidades», señaló Torres. Se realizaron muestreos y análisis relacionados al lugar del barco para comprender cómo están sus restos en el fondo, qué puede haber pasado desde la superficie hasta que llegó allí, cómo ha impactado en el ambiente a su alrededor y cómo el ambiente lo está impactando, explicó.
Para finalizar, Carranza se refirió al impacto que tuvo en la comunidad la difusión de esta expedición científica, tanto a nivel de niños, niñas y adolescentes a través de Ceibal como en toda la ciudadanía, ya que el primer streaming de la campaña tiene más de 370.000 visualizaciones.
Resumen final de hallazgos Uruguay SUB200
Acceda a la presentación realizada en la conferencia de Prensa
Fotos: UCUR